El país en venta: cómo Milei y Caputo ejecutan el saqueo económico más brutal desde la dictadura

En una editorial encendida, Jorge Chamorro desarma el plan económico del gobierno de Javier Milei y advierte sobre una estrategia deliberada para vaciar la política, desindustrializar el país y entregar el futuro argentino a una oligarquía financiera apátrida.

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Javier Gerardo Milei  y Karina Elizabeth Milei.
Javier Gerardo Milei y Karina Elizabeth Milei.

Mientras la casta libertaria saquea reservas, blanquea fondos narcos y entrega Tierra del Fuego a precio de remate, millones de argentinos se hunden en la desesperanza. Chamorro lanza un llamado urgente a la dirigencia nacional y popular: reconstruir la esperanza antes de que el ajuste se convierta en ruina irreversible.

 
“No hay mangos, querido”, dispara Jorge Chamorro al comenzar su intervención en Secreto de Sumario. La frase, entre el sarcasmo y la tragedia cotidiana, condensa el panorama económico argentino bajo la administración de Javier Milei. No hay dólares, no hay producción, no hay esperanza. Lo que sí hay, y en abundancia, es entrega, ajuste brutal y un modelo de saqueo que, lejos de ser nuevo, remite a los peores momentos del neoliberalismo vernáculo.

Chamorro no escatima en su crítica: el gobierno libertario no solo ha fracasado en lo económico, sino que ha instalado un dispositivo cultural y político aún más perverso. “Quieren vaciar la política de contenido”, denuncia. El objetivo, según el periodista, es claro: que solo el 20 o 25% del padrón—el segmento de altos ingresos, la élite económica—legitime un país diseñado exclusivamente para su beneficio.

Para eso, necesitan un electorado ausente, desencantado, que haya renunciado incluso a votar. Y lo están logrando: más del 50% de la población no se siente representada por ningún espacio. “Eso es lo que ellos quieren: que el pueblo se resigne, que se entregue, que crea que no hay alternativa”, advierte Chamorro. Y en esa resignación se esconde el verdadero peligro: el fin de la democracia popular y la consolidación de una plutocracia al servicio de Wall Street.

El plan: deuda, fuga y blanqueo narco
Chamorro desarma, punto por punto, la arquitectura económica de Milei y su ministro estrella, Luis “Toto” Caputo. Un plan que depende exclusivamente de la deuda externa, el dólar financiero y la complicidad de los organismos internacionales.

“Zafaron con el blanqueo, ahora zafaron con el FMI”, apunta. Y no se trata solo de ayuda financiera: el propio secretario del Tesoro estadounidense dejó entrever que Estados Unidos no permitirá que su peón en el sur fracase, aun si eso significa seguir endeudando a los argentinos durante generaciones. Lo dijo sin eufemismos: si el plan de Milei tambalea, lo van a volver a rescatar. No por amor a la Argentina, claro, sino porque necesitan un mayordomo regional que garantice el saqueo de recursos y la estabilidad para sus negocios.

El reciente blanqueo propuesto por el gobierno—que no discrimina el origen del dinero, incluso si proviene del narcotráfico—es otra pieza del rompecabezas. “El que paga impuestos es un boludo, y el que pagó el blanqueo anterior también”, ironiza Chamorro, visiblemente indignado. La legalización del dinero sucio, lejos de ser una política económica, es un síntoma de desesperación: necesitan dólares a cualquier costo.

La paz de los cementerios
Con las reservas vacías y una deuda impagable, el gobierno festeja una supuesta baja de la inflación. Pero Chamorro advierte: no es crecimiento, es deflación inducida. “Las paritarias a la baja, los ingresos desplomados, las jubilaciones pulverizadas… eso es la paz de los cementerios”, explica. Un espejismo estadístico que esconde el colapso del mercado interno y la licuación del consumo popular.

Los datos lo confirman. Según Goldman Sachs, el superávit del sector externo en abril fue de apenas 204 millones de dólares, frente a los 1.800 millones del mismo mes del año anterior. ¿La causa? Un aumento desproporcionado de las importaciones—que crecieron un 41,9% interanual—frente a unas exportaciones prácticamente estancadas. “Esto decepcionó hasta a los inversores”, apunta Chamorro. Porque ni siquiera los mercados le creen ya al experimento anarco-capitalista de Milei.

Sin producción no hay patria
El corazón del problema, sin embargo, no es monetario. Es estructural. “No hay producción, no hay industria, no hay mercado interno, no hay exportaciones genuinas, no hay generación de divisas, no hay empleo”, sentencia Chamorro. Y lo que es peor: no hay siquiera un discurso que pretenda fomentar esas cosas.

Ni Caputo ni Milei mencionan jamás la palabra “producción”. Y eso no es casual: su proyecto de país no incluye trabajadores, ni fábricas, ni ciencia, ni universidades. El desmantelamiento de Tierra del Fuego, la liquidación de los institutos científicos, la muerte silenciosa de las bibliotecas populares… todo forma parte del mismo diseño: borrar del mapa cualquier rastro de pensamiento nacional.

Lo que queda es una Argentina regalada, lista para ser vendida al mejor postor. “Vengan, llévense todo”, dijo Milei en la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense. Y lo decía en serio.

De Cavallo a Caputo: la historia se repite como farsa
En un tramo de la editorial, Chamorro recuerda una frase de Domingo Cavallo de 1995: “Pedimos que saquen los dólares del colchón y los metan en los bancos”. ¿Les suena familiar? Es la misma narrativa del actual gobierno: crear confianza para que el pueblo entregue lo último que tiene. Pero esta vez, sin siquiera una ilusión de estabilidad o crecimiento.

El plan está condenado al fracaso. No por una cuestión ideológica, sino por su inconsistencia estructural. “Esto va a explotar, como ya explotó tantas veces”, asegura Chamorro. Y advierte que el precio lo pagará, una vez más, el pueblo.

Un llamado a la esperanza
Pese al diagnóstico sombrío, el periodista no se rinde. Llama a la dirigencia nacional y popular a dejar de mirar para otro lado. A construir un proyecto de país que devuelva la esperanza a los millones de argentinos que hoy están fuera del sistema. “Cambien la decepción por esperanza”, implora.

Porque si Milei llegó al poder no fue por mérito propio, sino por el vacío que dejaron los que debían representar al pueblo. Y si no se llena ese vacío con un proyecto de futuro, el país quedará en manos del capital financiero, el narcolavado y la miseria planificada.

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