Tierra del Fuego no es un galpón: la ofensiva libertaria contra la industria argentina

La directora de AFARTE, Ana Vainman, desmiente el relato oficial que degrada la producción fueguina. Denuncia que el Gobierno repite la receta de Macri que destruyó empleos y expone el riesgo de dejar al país a merced de la escala china.

PoliticaHace 2 horasTELEDIARIO.COM.ARTELEDIARIO.COM.AR

Mientras Milei promete “libertad” bajando aranceles, los empresarios del sector electrónico advierten que el ajuste es una sentencia de muerte para miles de trabajadores en blanco de todo el país que encontraron futuro en Tierra del Fuego. Otra vez, el discurso del “costo argentino” como pretexto para desindustrializar.

El mito del galpón.

“No son galpones, son la NASA”. Con esa frase, tan directa como incómoda para los opinólogos de oficina, la directora ejecutiva de AFARTE, Ana Vainman, demolió el relato libertario que busca justificar una nueva ola de desindustrialización en la Argentina. Lejos de los estereotipos que propagan los voceros del ajuste, las fábricas de Tierra del Fuego son —en palabras de quien las dirige— más sofisticadas que muchas plantas del Sudeste Asiático.

Pero claro: para entender eso, hay que conocerlas. Subirse a un avión. Salir del Excel.

Porque lo que se esconde detrás de la campaña contra el “régimen fueguino” no es un debate técnico ni económico. Es ideológico. Se trata, una vez más, de condenar a la Argentina a la dependencia tecnológica, entregando la industria a precio de remate.

Una política que ya fracasó.

El plan del Gobierno no es original. Ya lo aplicó Mauricio Macri en 2017, cuando eliminó los aranceles a las notebooks. ¿El resultado? No bajaron los precios. Lo que sí bajó fue el número de empleos: se dejaron de fabricar notebooks en Argentina.

Y ahora, con Milei, la historia se repite. Primero, el gobierno redujo los impuestos internos, lo cual podría permitir una competencia equilibrada entre productos nacionales e importados. Pero el golpe de gracia llegó con el anuncio de que los aranceles bajarán al 0% en enero de 2026.

Eso, según Vainman, es lisa y llanamente una sentencia de muerte.

“La baja de aranceles es una desprotección absoluta que pone en riesgo la sustentabilidad de la industria”, advirtió, remarcando que ya se vivió esa experiencia. “No es algo que tal vez ocurra. Ya ocurrió”.

El ajuste invisible: la fábrica vacía

La fantasía libertaria consiste en creer que el mercado, por sí solo, garantiza precios bajos, inversión y empleo. Pero el capitalismo real no funciona así. Los países protegen su industria. Aplican regulaciones. Sostienen empleos. Y, sobre todo, defienden la escala como ventaja competitiva.

China no es más eficiente por ser un “país libre”, como sugiere el dogma anarco-capitalista. Es eficiente porque produce en volúmenes industriales, con márgenes ínfimos y con políticas de Estado que garantizan precios inigualables.

 
“En la industria, la escala lo es todo”, explicó Vainman. Y en ese punto, Argentina no tiene forma de competir. Porque no se trata de falta de tecnología. Se trata de volumen.

La trampa del "costo argentino"

Otra falacia que se agita desde el gobierno es la del “costo argentino”, esa entelequia que justificaría cualquier recorte, cualquier flexibilización, cualquier despido. Pero lo que no se dice es que ese supuesto “costo” es, en realidad, el precio de un trabajo registrado, un sueldo digno, un esquema productivo con derechos.

El “costo argentino” es, en esencia, el costo de no ser China.

Y si la alternativa es competir con dumping, con condiciones laborales precarias, con esclavitud encubierta, entonces el problema no es el “costo”, sino el modelo.

Fábricas llenas de argentinos, no de fueguinos

Uno de los datos más invisibilizados por los medios es que la industria de Tierra del Fuego está poblada por trabajadores de todas las provincias. Gente que migró desde Salta, Córdoba, Corrientes o Buenos Aires buscando una oportunidad, un trabajo formal, un futuro.

“Tierra del Fuego no es una burbuja”, explicó Vainman. “La mayor parte de la población no nació allí. Son trabajadores que vinieron de otras provincias y se quedaron porque encontraron un trabajo digno”.

Eso también está en riesgo.

Miles de puestos de trabajo dependen del sostenimiento de una política industrial activa. No de slogans. No de TikToks. No de memes libertarios.

El mito del ensamble

Uno de los argumentos más repetidos por los que defienden el desguace industrial es que “en Argentina no se fabrica, solo se ensambla”. Vainman respondió con claridad: eso es desconocer cómo funciona la producción moderna. El ensamble es parte del proceso productivo. Y es lo que permite que un país con menor escala participe en la cadena de valor global.

“No entender eso es no entender cómo funciona el capitalismo global hoy”, remarcó.

 
En nombre de la libertad, destruyen el trabajo

El caso de Tierra del Fuego es apenas un ejemplo más de cómo el gobierno de Javier Milei está avanzando sobre el aparato productivo argentino en nombre de una libertad abstracta. Una libertad que, en los hechos, significa libertad para importar, para destruir empleo, para eliminar la competencia nacional.

En esa lógica, todo lo que no se alinee con la visión dogmática del libre mercado queda bajo sospecha. Y las fábricas, los trabajadores, las pymes, los sindicatos, los impuestos y hasta las provincias son tratados como enemigos.

Pero el capitalismo real, el que funciona, no es anárquico. Tiene reglas. Tiene Estado. Y tiene protección.

 
El verdadero dilema: ¿soberanía o servidumbre?

El debate no es técnico. Es político. Y es moral. La pregunta de fondo es: ¿la Argentina quiere tener industria, o se resigna a ser una economía de servicios low cost para un mundo que le vende todo hecho?

¿Queremos trabajo argentino, o queremos celulares baratos ensamblados en Asia que destruyen fábricas enteras en Ushuaia?

¿Queremos soberanía, o preferimos servidumbre digital?

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