Más de 100 restaurantes cierran sus puertas: la gastronomía argentina en crisis

Los desafíos son múltiples: tarifas dolarizadas, alquileres excesivos, disminución de las propinas, falta de incentivos fiscales y promesas de gobierno incumplidas.

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La industria gastronómica argentina atraviesa una profunda crisis, con más de 100 restaurantes clausurados en los últimos meses. Esta situación, según referentes del sector, supera en gravedad a la crisis de 2001. El impacto se siente con fuerza en importantes zonas gastronómicas como Palermo, San Telmo, Recoleta y Puerto Madero.

La falta de turismo, tanto nacional como internacional, es un factor determinante. A esto se suma el considerable aumento de los costos fijos, especialmente en servicios como la electricidad, que han experimentado incrementos significativos. Por ejemplo, según Carlos Yanelli, presidente de la Cámara de Restaurantes, algunos establecimientos han visto sus costos de energía eléctrica multiplicarse por más de ocho. La disminución del consumo general también juega un papel crucial en esta crisis.

Yanelli describe un panorama desalentador: las ventas han caído entre un 20% y un 30% en los últimos meses, acumulando una baja del 55% en el último año. Entre los establecimientos que han cerrado sus puertas se encuentran reconocidos restaurantes como Franca, Sal, Green Bamboo, La Locanda, Ya Cabrón y el bufet Gourmet Porteño, entre otros.

Los desafíos son múltiples: tarifas dolarizadas, alquileres excesivos, disminución de las propinas, falta de incentivos fiscales y promesas de gobierno incumplidas. Un estudio de Kantar revela que el 76% de los argentinos ha reducido sus salidas a restaurantes, llegando al 85% en los sectores socioeconómicos más bajos.

Si bien la crisis de 2001 sirve como punto de comparación, Yanelli destaca que la situación actual es más prolongada y compleja. En 2001, la recuperación se vio impulsada por el turismo; sin embargo, en la actualidad, la falta de turistas, incluso a nivel regional, impide una reactivación similar. En zonas como Puerto Madero, la caída de las ventas supera el 30%, impactando no solo a los dueños de los restaurantes, sino también a los empleados, que ven reducidas sus propinas a un porcentaje mínimo del total de la cuenta.

Para sobrevivir, muchos restaurantes han implementado estrategias como menús ejecutivos a precios fijos, platos para compartir y promociones con tarjetas de crédito. Las pizzerías y bodegones, gracias a sus precios accesibles y porciones abundantes, se mantienen como los únicos sectores con relativa estabilidad.

A pesar de la difícil situación, Yanelli expresa un optimismo cauteloso, esperando una posible reactivación económica tras las próximas elecciones. La gastronomía, un sector dinámico de la economía urbana, enfrenta una incertidumbre profunda y sin una fecha clara de resolución.

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