¿Cuál CGT es la que necesita Argentina?

En un contexto complejo para los trabajadores no hay respuesta clara desde el triunvirato. Se acerca la renovación. Los posibles candidatos.

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Carlos Acuña, Héctor Daer y Octavio Arguello, triunviros de la CGT.
Carlos Acuña, Héctor Daer y Octavio Arguello, triunviros de la CGT.

El gobierno de Javier Milei fusiona o cierra dependencias históricas del Estado nacional. Los puestos laborales se desmoronan. No hay obras públicas, se desfinancian los hospitales y los gobernadores, por así decirlo, se rebelan. Los jubilados marchan miércoles tras miércoles acompañados por organizaciones sociales y cada vez con más gremios a su lado. Los sindicatos aeronáuticos se movilizarán la próxima semana con los trabajadores y médicos del Garrahan. Todo parece ir confluyendo en unificar las protestas como para poder tener mejores perspectivas de una resolución favorable. En ese universo de conflictos hay una ausencia. Ahí no está la CGT. En rigor no está el triunvirato que, todo indica, está de salida.

Noviembre es mes de renovación del consejo directivo de la central obrera y, por ende, del triunvirato. El formato de tres secretarios generales está en este momento cuestionado. Poco a poco crece el concenso de retomar al histórico unicato, un solo secretario general. El punto, en todo caso, es para qué un solo secretario general y con qué objetivos.

La multiplicidad de conflictos da cuenta de los perjuicios que genera el gobierno de Milei, pero con todos protestando cada uno por su lado, pareciera que no hay retroceso en las medidas que toma la Casa Rosada. Y ese es el mejor escenario para el gobierno.  

La ausencia de una reacción de la CGT no solo perjudica a los trabajadores de los sindicatos afiliados, por el poderío que representa su inacción opaca las protestas de las otras centrales sindicales. La CGT movilizada se siente tanto como cuando se silencia o se dedica solo a emitir comunicados. Pero ahora hay sindicatos, como el de Vialidad, casi abandonados por al central obrera ante la aplanadora del gobierno libertario. Un comunicado de solidaridad, como ocurrió, es una muestra de la casi nula reacción de la CGT.   

Esta situación que denota crisis interna en la conducción tuvo como consecuencia la reaparición del posible retorno a una conducción unipersonal de la central obrera. Son varios los nombres que han aparecido como posibles secretarios generales. Uno de ellos fue el de Jorge Sola de Seguros. La candidatura del actual secretario de Prensa de la CGT surgió cuando Héctor Daer anunció que no quería continuar al frente de la central obrera. Pero esa postulación ahora está como diluida.

El otro nombre que surgió fue el del titular del gremio de Empleados del Vidrio, Cristian Jerónimo, que supo ser un cercano compañero de Pablo Moyano pero ahora se lo ve como un aliado a Gerardo Martínez, el titular de la Uocra. 

El tercero que suena es el que más peso político propio tiene. Se trata de Abel Furlán, el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica, la poderosa UOM. Un dirigente cercano a Cristina Kirchner pero también aliado de Axel Kicillof, que está reclamando que la CGT recupere su rol combativo contra el gobierno de Milei. Lo respaldan los gremios de la industria, entre ellos el Smata que dirige Ricardo Pignanelli. El apoyo no es menor porque se trata de una de las actividades más perjudicadas por las políticas aplicada por el gobierno de Javier Milei.

También recibió el respaldo de dirigentes como Sergio Palazzo (Bancarios), Pablo Biró (Pilotos) y otros como Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y Carlos Minucci de la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (APSEE). La lista se va agrandando donde convergen dirigentes cercanos a Cristina Kirchner, pero también algunos otros que prefieren a Axel Kicillof para la disputa electoral de 2027.

Por ahora, el metalúrgico es quién más respaldos ha cosechado. Hay que esperar, de todas maneras, la fecha de la asamblea donde se renovará la conducción prevista para noviembre. Hay dirigente sindicales que reclaman que se adelante para que la CGT salga de la calma chicha en que se encuentra.

El recurso del triunvirato fue utilizado como el mejor mecanismo para mantener unida la CGT ante la imposibilidad de que los sectores que la integran (y que compiten) se impusieran de manera contundente sobre los otros. A nadie le servía una división. Las últimas experiencias así lo indicaban, como cuando en tiempos de Cristina Kirchner Hugo Moyano dejó la CGT y terminó más cerca de Mauricio Macri que del candidato presidencial de entonces, el experonista Daniel Scioli.

La designación de representantes de estos sectores en el triunvirato tampoco fue muy efectiva. Al menos así resultó la experiencia en la que los gordos e independientes eligieron a Héctor Daer, el barrionuevismo puso a Carlos Acuña y el moyanismo a Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento. Cualquiera de ellos debía consultar antes de decretar acciones por su cuenta. Ese período, que coincidió con el gobierno de Macri y el "poné la fecha" para el primer paro general a Cambiemos, sufrió una crisis que provocó varias renuncias dentro del consejo directivo. Incluso Schmid dejó el cargo que le había concedido Camioneros y que luego le había retirado la confianza.

Con el tiempo, Daer ganó su lugar de referencia entre Gordos e Independientes. Acuña jamás se movió un centímetro del lado de José Luis Barrionuevo y así sobrevive. Pero la crisis provocada por el gobierno de Milei está minando esta conducción que está como congelada ante el terremoto libertario.

Al mismo tiempo, esta falta de reacción provocó, por ejemplo, que aquellos casi 47 gremios que respondían al moyanismo ahora lleguen a una veintena. Barrionuevo supo tener 17 sindicatos bajo su órbita, pero hoy no llega a la decena. Daer junto a Gordos e Independientes también ven mermar su influencia. Esos secretarios generales que dejaron sus referencias ahora deambulan buscando un destino.

El destino para algunos es una cercanía con el gobierno con la intención de resolver las crisis de sus obras sociales. Para otros está entre los que comenzaron a movilizarse más allá de los conflictos particulares. Se trata, por ejemplo, del Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y el Salario Justo que impulsa la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) que lidera Schmid, pero donde también participan organizaciones sociales y las dos CTA.

El Frente debutó con una marcha de protesta contra Federico Sturzenegger y luego se unieron con los jubilados. El 9 de julio pasado organizó una serie de ollas populares en el barrio de Constitución. Ese día reapareció Hugo Moyano acompañado de su hijo Pablo. Fue una presencia que se pareció mucho a un intento de resucitar el perfil combativo de Camioneros que en este último tiempo aflojó y acordó una serie de aumentos salariales que no superó el magro 1 por ciento que impuso Milei. 

A esto se suma la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA), que une a sindicatos como SMATA, UOM y otros relacionados con la construcción y la industria textil. Entre ambas confederaciones, con sus acciones directas, buscarán sacar de la anomia, de ese espíritu derrotista, que parece predominar en la conducción de la CGT.

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