Carignano sin filtro: "Hay diputadas que entorpecen, no estudian y viven en el Faena"

Florencia Carignano arremetió contra las libertarias por boicotear el Congreso, cuestionó la preparación de sus pares y denunció conductas que, según ella, rozan lo indecoroso. “Si no van a legislar, al menos estudien”, disparó.

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María Florencia Carignano.
María Florencia Carignano.

En una entrevista radial, la diputada nacional Florencia Carignano desató una nueva polémica al defender su uso del término "gato" para describir a algunas legisladoras libertarias, a las que acusó de entorpecer el trabajo parlamentario y priorizar los canjes en hoteles cinco estrellas antes que el estudio o el compromiso político. “No me voy a disculpar por decir lo que pienso”, afirmó. Con fuertes críticas a la diputada Lilia Lemoine y a María Celeste Santillán, Carignano también cuestionó el doble estándar en el tratamiento mediático de los hombres y mujeres en la política.

 
Florencia Carignano, diputada nacional de Unión por la Patria, eligió la crudeza antes que la corrección política. En una entrevista con María O'Donnell en De Acá en Más (Urbana Play), defendió su decisión de calificar a algunas colegas libertarias con términos como “loca” y “gato”, generando un nuevo round en el ring mediático y parlamentario. “No me arrepiento de lo que dije. Estoy cansada de la falta de seriedad y compromiso de algunas diputadas que no tienen idea de lo que están votando”, sostuvo con vehemencia.

La exdirectora de Migraciones no esquivó el barro, sino que se metió de lleno. “Lo que deberíamos estar discutiendo es por qué esas diputadas se levantaron de sus bancas y no dieron quórum para tratar el financiamiento del Garrahan, por qué no quisieron discutir el aumento a las jubilaciones o la ley de financiamiento educativo”, dijo, y apuntó directamente a legisladoras del bloque libertario que, según denunció, tienen como estrategia entorpecer el funcionamiento del Congreso.

“Griten, hagan lío, no dejen hablar. Esas son las instrucciones que reciben”, acusó, revelando presuntos chats internos que circularían entre las filas de La Libertad Avanza.

“Gatos” y doble vara

La polémica no tardó en estallar cuando Carignano defendió su uso del término “gato” —un eufemismo históricamente machista para referirse a mujeres que se vinculan con el poder a través de relaciones sexuales— y extendió la acusación también a hombres dentro del Congreso. “Investigen, hay hombres gatos también, que sirven al entorno del presidente. No es un término exclusivo para mujeres”, lanzó, aunque admitió que el señalamiento público recae más fácilmente sobre las mujeres.

Sin embargo, su crítica fue particularmente dura con Lilia Lemoine, a quien acusó de provocarla durante cuarenta minutos en plena sesión: “Me filmaba, me hacía señas, me amenazaba por Twitter. Yo no lo dije por una en particular, pero si después salen a decir que era por Lemoine, entonces allá ellos”. También se refirió al respaldo que recibió Lemoine por parte del diputado Bertie Benegas Lynch, quien habría aclarado que “el gato del grupo” no era ella. “Yo no la vi hacer eso, pero si él lo dice, no lo voy a contradecir”, ironizó.

El caso Santillán: lujo, confusión y redes

La diputada también dedicó un tramo de la entrevista a criticar duramente a María Celeste Santillán, otra legisladora libertaria que, según denunció, pasa más tiempo en hoteles de lujo que en el Congreso. “Me sorprende que una diputada nacional esté todo el tiempo en el Hotel Faena, subiendo fotos: 'Volví al Faena', se sube a upa del presidente del bloque... Yo fui a un colegio de monjas, quizás soy anticuada, pero eso me parece indecoroso”, disparó sin filtro.

Más allá del tono moralista, Carignano apuntó a una cuestión central: el uso del tiempo y el nivel de preparación. “Que hagan lo que quieran con su vida privada, pero si no van a legislar, por lo menos que estudien. No puede ser que vayan a un programa de televisión a decir que se vive con 360 mil pesos y ni siquiera sepan lo que votan”, enfatizó.

María O'Donnell, por su parte, cuestionó el uso del insulto como método político, sugiriendo que ese tipo de descalificaciones forman parte de una lógica que Carignano estaría asumiendo como propia. Pero la diputada no retrocedió: “La gente está harta de la corrección política. Si por las buenas no entienden, por las malas hay que decir las cosas como son”.

Política, moral y espectáculo

Carignano también denunció la falta de coherencia de algunas figuras libertarias, en particular Santillán. Se hizo eco de una nota publicada por el diario La Nación, firmada por Delfina Celichini, que pone en duda gran parte de la trayectoria académica y política de la diputada libertaria. “Dice que es abogada pero no hay título. Dice que tiene propiedades pero después no las declara. Es todo inconsistente”, remarcó.

Consultada por los supuestos canjes con hoteles de lujo, Carignano fue tajante: “Te invito al Congreso, hay lugares enormes para hacer reuniones. Que no me digan que no tienen espacio. Están más preocupadas por las redes sociales que por la gente”.

La discusión dejó entrever un fondo más profundo: el desgaste del debate parlamentario, colonizado por la lógica del show mediático, el narcisismo digital y el desprecio por la preparación técnica. Carignano denunció que hay diputadas “desconectadas de la realidad” y más pendientes de su imagen en Instagram que de las leyes que afectan a millones de argentinos.

El juego de la provocación

Más allá de las formas, el fondo del mensaje de Carignano conecta con un malestar real: el hartazgo ante la frivolización de la política en tiempos de ajuste brutal. “Cuando Milei habla de niños enjabonados, eso es perverso. Pero si yo digo 'gato', explota todo. ¿Dónde está el escándalo verdadero?”, se preguntó.

En un contexto donde las formas parecen importar más que los contenidos, Carignano decidió pararse del otro lado de la línea. ¿Brutal? Sí. ¿Políticamente incorrecta? También. Pero, como ella misma lo resumió, “estoy cansada de escuchar barbaridades sin que nadie diga nada”.

Y en un país donde las palabras pesan más que los hechos, la diputada eligió incendiar el escenario. Porque —según ella— si las libertarias no estudian, entonces que al menos escuchen. Aunque sea a los gritos.

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