La alergia primaveral: pautas para reducir el impacto en la salud

La gravedad de las manifestaciones clínicas depende de la cantidad de polen liberado, de la exposición del paciente durante la estación polínica específica y, por tanto, puede variar cada año

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Alergias.
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La alergia primaveral es la denominación popular de un cuadro cuya denominación médica es polinosis y se refiere a la rinoconjuntivitis causada por la sensibilización a alérgenos presentes en los pólenes. En un 40% de los casos, la rinoconjuntivitis cursa, además, con asma. La polinosis es, hoy en día, la enfermedad alérgica más frecuente en el ser humano.

Los síntomas de la polinosis pueden aparecer a cualquier edad, aunque el inicio suele ser más frecuente en la infancia y juventud. Una vez que aparecen los primeros síntomas, tienden a persistir indefinidamente, e incluso a agravarse (entre un 30-60 % de los casos los pacientes puede terminar desarrollando un asma bronquial). No obstante, un pequeño porcentaje (8 %) puede presentar remisiones clínicas espontáneas, es decir, deja de presentar sintomatología. La gravedad de las manifestaciones clínicas depende de la cantidad de polen liberado, de la exposición del paciente durante la estación polínica específica; por tanto, puede variar de año en año.

La mayoría de los pacientes, especialmente a partir de la cuarta o quinta década de la vida, suele experimentar una lenta remisión de los síntomas.

¿Todas las plantas producen alergia al polen?
Todas las plantas polinizan, pero no todas producen polinosis. Las plantas que contribuyen a la carga atmosférica de pólenes, que de forma inadvertida podemos respirar, son las anemófilas, es decir, las que se polinizan a través del viento. En cambio, las plantas entomófilas, que se polinizan a través de los insectos, al no liberar el polen en el aire no suelen producir ninguna alergia respiratoria, salvo que estén muy cerca del paciente.

Debido a la forma de polinización de las plantas anemófilas, la sintomatología que presentan los pacientes con polinosis es fundamentalmente respiratoria (rinoconjuntivitis y/o asma). Por eso, es característico que los pacientes empeoren en los días de viento mejoren los días de lluvia, ya que ésta arrastra los granos de polen, que se depositan en el suelo.

En España hay más de diez tipos de pólenes capaces de originar polinosis epidémicas. Si un paciente presenta rinoconjuntivitis o asma, debe acudir al especialista en alergología, quien le realizará distintas pruebas (cutáneas y/o de otro tipo) a fin de confirmar la enfermedad, y le explicará si los síntomas son producidos por haber desarrollado alergia a uno o a varios pólenes.

Dependiendo de la región donde se habite, los pólenes predominantes serán diferentes y, por tanto, la temporalidad de sus síntomas. No obstante, la mayoría de los pacientes que son alérgicos a los pólenes de las arizónicas y los cipreses (cupresáceas), desarrollarán sus síntomas en los meses que van de enero a marzo; los alérgicos al plátano de sombra (Platanus hispanica) lo harán entre marzo y abril; los que lo sean al polen del olivo o la parietaria, o las gramíneas, de abril a julio, y los sensibles a los pólenes de Salsola (una maleza que, característicamente es frecuente verla rodar en las películas del Oeste), entre mayo y septiembre. El polen predominante y que más sintomatología ocasiona en España es el de las gramíneas (hierbas), y el mes de máxima incidencia es mayo.

Aproximadamente el 50% de los pacientes polínicos del norte de España y más del 80% de los residentes en el centro y sur son alérgicos a más de un tipo de polen. Por ejemplo, en Madrid es muy frecuente la alergia simultánea al polen de las cupresáceas y de las gramíneas, pudiendo asociarse a la de al plátano de sombra, al olivo y la Salsola, lo que provoca una sintomatología prolongada y multiestacional que se extiende de enero a octubre.

¿Cómo reducir el impacto en la salud?

Abrir las ventanas del domicilio a primera hora de la mañana y cuando cae el sol, ya que es en estas horas cuando los niveles de pólenes son más bajos.

Ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa. Procurar no tender la ropa en el exterior, sobre todo los días de recuentos elevados, ya que los granos de polen pueden quedarse atrapados en las prendas.
En la calle, llevar gafas de sol y mascarilla, a fin de evitar o reducir el contacto con los ojos y la mucosa nasal.
Instalar filtros antipolen en los aparatos de aire acondicionado, tanto en el domicilio como en el coche, y cambiarlos con frecuencia.

Al viajar en coche, hacerlo con las ventanillas cerradas.
Evitar actividades que puedan remover partículas de polen, como cortar el césped, barrer la terraza, etc. En caso de alergia al polen de las gramíneas, no es recomendable tumbarse sobre el césped.
Disminuir las actividades al aire libre en las horas centrales del día, entre el mediodía y las 5 de la tarde.
Permanecer el mayor tiempo posible dentro de casa durante los días de mayores concentraciones de pólenes, sobre todo los días de viento.
No dormir cerca de fuentes de pólenes alergénicos (árboles o plantas).
Si se tiene jardín, evitar tener plantas que polinicen por el aire.
Existen tratamientos médicos para impedir la aparición de la sintomatología, pero deben ser pautados por un especialista en alergología. Se puede indicar un tratamiento sintomático (corticoides, antihistamínicos, etc.) durante el período de polinización de aquellos pólenes causantes de los síntomas. Este tratamiento no cura la enfermedad, pero permite aminorar o eliminar los síntomas mientras el paciente lo esté realizando. La inmunoterapia con alérgenos puede mejorar mucho la sintomatología o incluso hacerla desaparecer.

Los recuentos de pólenes que lleva a cabo la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica y los calendarios polínicos sirven para ajustar el tratamiento sintomático, planificar mejor la vacunación y organizar los viajes: por ejemplo, un madrileño con asma bronquial estacional moderada causada por alergia al polen del olivo podría visitar Jaén sin ningún problema durante las vacaciones de Semana Santa en abril, pero por el contrario sería peligroso que lo hiciera en mayo o junio. Un ciudadano de Barcelona con asma leve por alergia a pólenes de gramíneas podría presentar una agudización grave si se desplazara a Badajoz durante los meses de mayo y junio.

 
Este contenido se ha editado a partir de textos del ​​Dr. Ángel Moral de Gregorio, alergólogo en el Hospital Virgen del Valle de Toledo.

HABLANDO DE ALERGIAS es una colaboración entre la Fundación de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), la Fundación BBVA y EL PAÍS concebida para resolver las dudas más frecuentes que los pacientes trasladan en las consultas de alergología. Las respuestas se basan en el conocimiento experto de un centenar de especialistas, que son los autores de El libro de las enfermedades alérgicas, una publicación multimedia realizada por la Fundación SEAIC en colaboración con la Fundación BBVA.

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