Tracción a sangre: la bicicleta de Milei empuja la economía al precipicio

Mientras la bicicleta financiera impulsa el dólar y la inflación, la producción y el empleo se desploman. Un ajuste sin freno que empuja al país al abismo.

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Luis Andrés Caputo, Javier Gerardo Milei y Federico Adolfo Sturzenegger.
Luis Andrés Caputo, Javier Gerardo Milei y Federico Adolfo Sturzenegger.

Javier Milei festejó el último dato del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) con el “placer morboso” que dijo haber sentido con el baile de la Selección Argentina a Brasil. “Dolor infinito en Madrilandia”, escribió en X, con el clásico tono pendenciero que busca distraer al público de lo esencial: el "milagro económico" que exalta el Presidente es una combinación de datos falseados, espejismos estadísticos y un festival especulativo que empuja al país al abismo.

Crecimiento de papel.

El EMAE, un invento de Roberto Lavagna de 2002 para que el rebote de una economía hundida refrescara expectativas mes tras mes, marcó un alza del 6,5% interanual en enero de 2025 y un 0,6% mensual respecto a diciembre. Con altas dosis de efecto rebote y arrastre estadístico, el dato muestra que la economía se mueve. Pero: ¿Qué la tracciona? ¿Y hacia dónde?

El estudio oficial consigna que el motor del “crecimiento” no es la producción ni el empleo, sino la bicicleta financiera. La intermediación como actividad trepó 25,7% interanual, impulsada por el blanqueo de 22.000 millones de dólares y la salida de más de 6.000 millones en préstamos y atesoramiento.

El ciclo es conocido:

Se toman préstamos en dólares para apostar a la especulación.
Se consumen pesos a crédito mientras la inflación licúa los ingresos.
Se desarman posiciones en moneda local para dolarizar carteras.
El gobierno se propone reeditar ahora la escena final de ese cuento de terror: la adquisición de nueva deuda con el FMI para abastecer de dólares subsidiados a los especuladores que requieren las divisas para llevarse las ganancias del carry trade. Un nuevo ciclo de timba, deuda y fuga protagonizado por la estrella impune de la versión 2018, el ministro de economía Luis “Toto” Caputo.

El problema es que los mercados y el Fondo conocen al personaje y sus trucos. Y ya no le creen. El termómetro que mide la desconfianza es el tipo de cambio, apenas contenido por la sangría de dólares del Banco Central. El viernes la autoridad monetaria perdió USD 192 millones, perforando el umbral de USD 26.000 millones y cerrando en USD 25.775 millones, el nivel más bajo desde enero de 2024.

Marzo, que suele ser un mes fuerte para la acumulación de reservas producto de la cosecha, cerró con una pérdida de USD 1.361 millones. En lo que va del año, el drenaje acumulado ya alcanza USD 3.832 millones, mientras que en los últimos diez días las ventas del BCRA sumaron USD 1.637 millones.

El impacto de la fuga de divisas se refleja en el mercado cambiario, donde la expectativa de una nueva devaluación elevó la cotización del dólar paralelo a $1.300. La presión cambiaria ya se trasladó a los precios, sobre todo en alimentos, que en marzo corren con aumentos cercanos al 3,5% mensual. 

En ese contexto, el Gobierno abonó a la desconfianza con un patético road show de mentiras que incluyó al ministro Caputo, medio gabinete económico, directores del Banco Central y hasta al propio Presidente de la nación. La edificación del embuste se derrumbó como castillo de arena cuando la vocera del FMI, Julie Kozak, reconoció que el acuerdo está en pañales, y ni siquiera confirmó el monto que el gobierno meneó como freno a la corrida.

Desde enero el gobierno dice estar cerca de cerrar un acuerdo con el FMI por USD 20.000 millones, pero la falta de definiciones provocó un aumento en la incertidumbre y la dolarización de carteras. El problema se agravó cuando el mercado empezó a sospechar de la transparencia de las operaciones con la deuda en pesos. La Secretaría de Finanzas había anunciado una licitación para renovar $9,2 billones, pero al concretarse solo se adjudicaron $6,3 billones, con el resto cubierto por un canje con organismos públicos, principalmente el Banco Central. Cuando surgieron versiones de que el Banco Nación había sido el principal comprador, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, negó un acuerdo con los bancos y aseguró que el canje fue una operación habitual. Sin embargo, en el mercado financiero persisten las dudas sobre cómo se está manejando la deuda en pesos y qué impacto tendrá en la meta de base monetaria, fijada en $47,8 billones.

Los que sobran.

En medio del temporal cambiario, el relato triunfal de Milei se aferró al índice del EMAE como tabla de salvación. Los datos desmenuzados, sin embargo, muestran a un país que se hunde. 

Junto con la intermediación financiera, otros sectores que aportaron al índice en positivo fueron el Comercio mayorista y minorista (+11,3%), gracias a la mayor oferta de productos importados y la Explotación de minas y canteras (+8,3%), con el impulso de Vaca Muerta y el litio. Mientras que en el lado oscuro quedaron las actividades ligadas al mercado interno: Pesca (-3,8%), Hoteles y restaurantes (-2,8%), Administración pública y defensa (-1,7%) y Servicios comunitarios (-2,6%).

El desequilibrio entre los sectores en alza y los que caen evidencia el proceso de primarización de la economía, donde la especulación y la venta de commodities avanzan sobre la producción y el consumo local. Como consecuencia, se suman noticias de fábricas que cierran. Esta semana, por caso, la automotriz Nissan anunció que en 2026 dejará de producir pickups en Argentina y trasladará su operación a México. Curioso: la planta estará en un país gobernado por Claudia Sheinbaum, una dirigente que Milei llamaría "comunista".

La apertura importadora liquida el empleo industrial incluso en sectores prósperos como el agro. En enero y febrero de 2025, la importación de fumigadoras subió 479%, la de sembradoras 290% y la de cosechadoras 598%. Un país líder en metalmecánica ahora importa lo que antes producía.

Las secuelas de la primarización se sienten con especial fuerza en los centros urbanos, más expuestos a la recesión del consumo. La Ciudad de Buenos Aires, sin la ventaja estadística del agro ni la tracción minera, sufrió un derrumbe del 4,8% en su actividad económica en 2024, casi tres veces más que la caída nacional.

El modelo funciona como un globo aerostático: para subir, necesita soltar gente como lastre. Es el sueño de una Argentina sin argentinos que sinceró el asesor presidencial Demian Reidel en un foro internacional.

Un país hecho a la medida del agro, la minería, el petróleo y las finanzas garantiza un flujo de divisas sin tensiones distributivas, gasto público ni restricción externa. Un paraíso macroeconómico al que le sobra la mitad de la población. “El modelo Perú”, precisó el propio Caputo. 

La destrucción y pauperización del empleo no es un daño colateral. Es compatible con el modelo de estabilización por inanición que Milei celebra con motosierra y licuadora en mano. Como reconoce el relato oficial: todo marcha de acuerdo al plan.

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