Tatiana Sfiligoy, la primera nieta recuperada: "La identidad la construye uno"

En un nuevo aniversario del golpe de Estado reflexionó sobre su trabajo con la institución, su rol como nieta y psicóloga y el desafío de encontrar a los 400 casos que faltan.

Interés General 24 de marzo de 2023 TELEDIARIO.COM.AR TELEDIARIO.COM.AR
Tatiana Sfiligoy.
Tatiana Sfiligoy.

Fue la primera hija de desaparecidos localizada en Argentina por las Abuelas de Plaza de Mayo. En un nuevo aniversario del golpe de Estado reflexionó sobre su trabajo con la institución, su rol como nieta y psicóloga y el desafío de encontrar a los 400 casos que faltan.

Tatiana Sfiligoy es, junto con su hermana, la primera hija de desaparecidos localizada en Argentina por las Abuelas de Plaza de Mayo. Fue en 1980, en plena dictadura militar, cuando apenas tenía 6 años. Creció con sus padres adoptivos, que la habían recibido de buena fe, pero siempre conoció su historia y tuvo contacto con su familia biológica.

Su padre, Oscar Ruarte, fue secuestrado en 1976 en Córdoba. Su madre, Mirta Britos, fue detenida el 31 de octubre de 1977 en Villa Ballester junto a su pareja, Alberto Jotar. Los tres permanecen desaparecidos. Tatiana y su hermana fueron encontradas en una plaza. La Justicia las anotó como NN y las envió a diferentes internados.

"La marca de lo que sucedió con mis padres biológicos está claramente en mi vida, pero después a partir de eso pasaron otras cosas. Estudié, trabajé, formé mi familia, me dediqué a la psicología, me mudé a Gualeguaychú. La identidad inicial está dada por quien la gestó, pero después todo ese trayecto lo construye uno", reflexionó Tatiana en diálogo con C5N.com.

— ¿Cómo cambió la búsqueda de los nietos y nietas en estos 40 años?

— La búsqueda cambió y la institución cambió también. No era lo mismo Abuelas en el año 80, donde estaban empezando a ver cuáles eran las estrategias de búsqueda. A partir de los años 90, cuando se crea la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), el Estado pone a disposición todo lo que tiene que ver con la búsqueda desde el lugar más preciso, que es hacerse cargo de lo que fue el robo de niños y de bebés y la sustracción de menores. Fue un empujón institucional muy grande.

Ahí entré a trabajar específicamente en lo que sería la recepción de jóvenes con dudas. Después se creó el área de investigación, el área de genética, el área de difusión, y llegamos a lo que es el día de hoy: una gran casa con sedes y con red. Incluso en lugares del exterior también hay nodos de búsqueda. De hecho encontramos en el exterior, en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en España, 500 nietos que fueron localizados fuera del país.

— ¿Cuál es el principal obstáculo para localizar a los casos que faltan?

— Faltan alrededor de 400 nietos y nietas. Ya antes de la pandemia hubo como un agotamiento de que no se encontraban nuevos casos. Nosotros también internamente pusimos a disposición nuevas estrategias y empezamos a pensar qué pasaba, por qué no accedíamos a un nuevo nieto o nieta.

Creo que el principal obstáculo es la posibilidad de saber que nos quedan los más difíciles: los nietos o las nietas que niegan la posibilidad de ser hijo de desaparecidos, que quizás están cómodos en el lugar donde fueron criados, o están protegiendo, que es una forma de negar esa posibilidad. Yo siempre digo: bueno, si tenés alguna mínima duda, ¿por qué no desagotarla? Tenés la posibilidad de elegir después qué hacer con esa historia. No hay un patrón al que responder, cada uno hace su propio camino y de hecho es muy heterogéneo.

Si bien todos tenemos historias muy similares, también tenemos diferentes necesidades, diferentes edades, diferentes contextos en los que fuimos creciendo. Yo fui encontrada con 6 años y es otra la cuestión cuando sos encontrado a los 40, donde ya tenés una vida semi armada, ya pasaste la adolescencia y quizás tenés una decisión consciente de ir a buscar. Creo que el obstáculo mayor es pensar que ya pasó.

— ¿Por qué es importante pasar por ese proceso, aunque sea difícil?

— Hay una frase que se escucha mucho: ¿por qué hacerles pasar por algo tan doloroso como es la pérdida de sus padres? Y yo, un poco como nieta y también como psicóloga, lo que digo es que justamente la única manera de transitar todo ese horror y todo ese dolor es primero reconociéndose en ese lugar. Es la historia que nos tocó. Y después con eso uno hace lo que quiere, en el sentido de poder tramitar y llevar adelante un proyecto de vida, pero no es sin atravesar eso.

— ¿Piensan en cómo va a seguir la búsqueda cuando ya no estén las Abuelas?

— Eso ya se viene pensando hace muchos años, casi antes de la pandemia. Es súper importante, las Abuelas siempre lo mencionaron y posibilitaron este pasaje. También con su impronta de la frase que dicen: "Hasta que haya la última Abuela, la que manda es la Abuela". En ese sentido son muy categóricas. Me parece que es parte también de la historia. Tanto las madres como las abuelas tuvieron que tener un carácter de hierro para atravesar la historia que atravesaron y es con ese carácter que se forja también la institución, y de alguna manera ese legado nosotros lo llevamos adelante. Creo que el desafío ahora es poder profundizar en los casos que no pudimos profundizar. La pandemia ayudó mucho en eso porque se hizo un trabajo institucional muy fuerte.

Creo que todas las herramientas son válidas a esta hora, que estamos en deshora. Las abuelas ya son muy poquitas, las mías ya fallecieron hace muchos años, pero quedan muy pocas de ellas. Sí hay otros familiares, sobrinos, tías, hermanos, pero las abuelas son poquísimas. Creo que tenemos que poner a disposición de manera institucional todas las herramientas posibles. A veces eso se puede hacer y a veces no. Creo que el mayor obstáculo es la Justicia. Hay muchos casos que están judicializados pero que nunca avanzaron, que están esperando a ser resueltos por la extracción de sangre, por la documentación, por lo que sea, y no se avanza. Y eso es una responsabilidad del aparato judicial, no de Abuelas ni del Estado nacional ni del gobierno de turno.

— ¿Cómo se sigue luchando por el derecho a la identidad después de tantos años?

— Creo que principalmente hay una necesidad de saldar un derecho de hombres, mujeres y disidencias tan básico y existencial como saber quién es uno. Va un poco en contra de lo que proclama esta sociedad mercantilizada, despersonalizada, deshumanizada, y no nos ayuda en estas búsquedas, claramente. Acá hay una cuestión, primero, de saber quién es uno, quiénes fueron nuestros padres, qué pasó con ellos, cuál fue la historia, pero para atravesar todo eso es necesario un compromiso y una responsabilidad con uno mismo. Creo que, por más que ocultes el sol con las manos, en algún momento eso va a salir, tengas 5, 14, 55 u 80 años.

Lo bueno de estas búsquedas actuales es que muchas veces los hijos de los hijos que nosotros buscamos, o sea, los hijos de los nietos que buscan las Abuelas, ya tienen edades donde preguntan, investigan, en la escuela se les habla. De alguna manera pueden repreguntar directamente a estos papás que pueden ser un caso probable o no, y a partir de allí también se genera algo nuevo. Que tu hijo o tu hija te interpele sobre tu propia historia es fuerte. Entonces también apuntamos a que se mueva un poco la estructura desde ahí y poder trascender, quizás, algo que ellos o ellas piensan que es una historia propia, pero tienen descendencia: el derecho de sus hijos de saber quiénes eran sus abuelos es también un derecho.

Si tenés dudas sobre tu identidad o si sabés de alguien que podría ser hija o hijo de personas desaparecidas, comunicate con [email protected] o https://www.abuelas.org.ar/ o con la CoNaDI.

C5N.-

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